martes, 28 de agosto de 2018

Vida


La vida yo la definiría como el gran milagro. La damos por sentada porque estamos rodeados de ella hasta en los rincones más inhóspitos del planeta, pero en realidad es un milagro aunque aquí ocurra cada día. Me doy cuenta de la cantidad de factores que se necesitan para que se produzca simplemente mirando lo complicado que es encontrar una simple bacteria fuera de nuestro planeta, porque esa es la vida que están buscando, no creáis que quieren encontrar delfines o algo así.

Buscan en planetas donde haya agua líquida, que no tenga una atmósfera corrosiva, que esté cerca del sol para que llegue el calor, que no esté tan cerca como para que se achicharre, es conveniente que tenga un ciclo de rotación estable, etc. Mil cosas. Y aún así no hay garantías, porque hasta donde sé, no está 100% claro si la vida surgió en la Tierra de forma espontánea o vino de polizón en alguno de los meteoritos que se chocaron contra nosotros. Es un misterio fascinante.

Pero el hecho es que eso tan complicado de encontrar por ahí, aquí surge a borbotones y en una variedad abrumadora. A día de hoy aún hay especies sin catalogar.

Ahora bien ¿Somos conscientes de lo que tenemos? Si le preguntara a la gente, posiblemente dirían que sí, que es verdad que por ahí fuera no hay nada... No, no sólo es que no haya nada, es que lo que llevemos se muere. A lo que quiero llegar es a que no sé si nos hemos parado un rato a pensar esto en detalle: La inmensa variedad de formas de vida que hay en la Tierra y la apabullante perfección y delicadeza del equilibrio que la mantiene.

Entonces me pongo a pensar en el papel de los humanos en todo esto ¿Cómo nos comportamos al respecto? ¿Estamos agradecidos? ¿Nos sentimos afortunados? No hombre, que si hay que pegarle un cerillazo a un terreno para hacer unos pisos cojonudos, pues fuera esa vegetación; si es más barato echar los desperdicios al mar que gestionar inteligentemente los residuos, lo hacemos; si con enorme coste ambiental nos apetece criar animales para torturarlos y matarlos por diversión, pues que viva la fiesta; si hemos invadido el espacio de otro bicho y nos molesta, pues lo matamos; si el perro nos destroza la casa, eutanasia; si hay que arreglar un lago lleno de peces, los matamos para hacer la obra; si el toro ya no vale para cubrir a la vaca, pues lo matamos... Así es como somos (y eso que no me he querido meter con lo que hacemos también con la vida humana - para otro post).

No respetamos la vida.

Así que ahora mismo no sé si quiero que los científicos encuentren vida por ahí antes de que estemos totalmente civilizados aquí.