Los coches siempre me han gustado mucho, verlos, conducirlos, nunca he pensado “esto no lo puedo conducir”. Mis coches también han sido una herramienta para la independencia y la movilidad, por eso me hizo tanta gracia que Cher le dijera algo parecido a Wynonna Ryder en la película “Sirenas”. Me gusta tener coche.
Aparte del primero, que es inigualable sea lo que sea lo que te compres después, luego hay otros que se vuelven importantes para ti por alguna circunstancia. Éste es el caso de mi Smart.
El Smart no es un coche bonito, eso lo es un Audi R-8. El Smart no. Pero resulta que eso no tiene ninguna importancia porque le sobra personalidad. Recuerdo que para decidirme por él tuve que lanzarme a lo desconocido: Sólo dos plazas, automático, la carrocería no es de chapa... Parecía estar pensado para sacarme de mi zona de conforme de una patada, y pensé “Esto también lo puedo conducir”.
Y así empezamos. Al principio no se veían tantos coches así, ahora los hay por todas partes y de diferentes fabricantes, pero cuando lo compré era conocido pero poco visto.Todo el mundo me preguntaba y yo me sentía orgullosa del pequeñajo. He estado con él en Santander, Huelva, Ávila, Zaragoza, Guadalajara, Zamora, y no sé cuántos sitios más. Es el coche de ciudad que más autopista ha quemado. Con maletas y gato de vacaciones, con cajas de mudanza, con artículos para los mercados o hasta arriba de compra. Ha sido mi compañero para todo.
Hoy, 10 años y 208.000 kilómetros después nos despedimos. Ha sido un viaje genial, he disfrutado cada momento. Gracias por TODO.
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