martes, 14 de diciembre de 2010

Adiós

Ayer murió Benito. Sé que todos lo esperábamos desde que lo vimos por la oficina con 30 kilos menos, pero aún así te araña por dentro, no estamos diseñados para asumir algo tan absoluto. El día fue raro en general, me enteré de otras desgracias similares y parecía que hubiera una conjunción planetaria pensada para ponernos a todos de rodillas a rezar.

Me puse a pensar en él, en los pocos momentos que habíamos compartido y en cómo se le toma cariño a alguien tan rápidamente. Recordé cómo le regañaba cuando después de los partidos de pádel se quedaba a la puerta de la oficina a fumar, “Benito, que luego no me rindes en la pista, hombre”. Siempre se reía y me hacía algún comentario gracioso, me parecía una buena persona.

Pero la vida se abre camino y no te deja detenerte mucho en la muerte, es inevitable, ya he vuelto a oír risas en la cocina a la hora del café, nos han regalado una flor de Pascua a las chicas de la oficina y ya tenemos la cesta de Navidad.

Es como tiene que ser.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que una persona no muere mientras haya otros que la recuerden.

Respecto a lo otro, es normal que la gente enseguida vuelva a las risas y demás... la muerte no es algo en lo que nos guste mucho pensar, así que procuramos olvidarla lo antes posible.

Te quiero guapa.