viernes, 31 de diciembre de 2010

Tiempo de dar


Es Navidad, una época especial que nos da oportunidades especiales. Cualquiera que me conozca sabe que no soy creyente, lo especial de estos días para mí no tiene nada que ver con religión alguna. A estas alturas, la Navidad se ha convertido en un derecho de todos, en una ilusión compartida por quien quiera, independientemente de las creencias de cada uno. En mi caso representa esa oportunidad de cambiar, de aprovechar el ambiente festivo, pero ¿aprovechar para qué?

Podemos aprovechar para comprobar cuánto mejor se siente uno si se esfuerza por ser positivo, por estar de buen humor, por dejar de mirarse el ombligo y hacer algo por otro, por compartir un poco… Imaginaos lo que podría ser nuestra vida si, pasada la Navidad, mantuviéramos actitudes típicas de estas fechas, si tuviéramos más paciencia, si enviáramos sms’s cariñosos y llenos de buenos deseos  a nuestros seres queridos porque sí. Estaría genial.

Aunque esa es sólo mi visión de la Navidad. Hay otra.

Veo personas impacientes y maleducadas pisoteando a quien haga falta por conseguir el juguete que prometió; veo comerciantes usureros que hacen el agosto en pleno diciembre; veo personas llenando centros comerciales a las 11 de la noche en la Noche de Reyes…

No podemos cambiar el mundo, pero podemos cambiar el nuestro, ese palmo cuadrado que nos rodea y en el que pueden influir nuestros principios y creencias.

Las tiendas y centros comerciales están abiertos hasta muy tarde cada día y todos los domingos en estas fechas. Honestamente creo que no es necesario tener gente trabajando la Noche de Reyes, me parece egoísta. Quizá podrían cambiar el horario de esos trabajadores si no tuvieran las ventas esperadas ¿verdad?

Pasa cualquier desgracia en el otro lado del planeta, y nos secamos el bolsillo con tal de mandar lo que sea para ayudar. Eso es algo admirable, pero no hay que irse a otro continente, país o ciudad para ser un poco más solidario cada día. A veces basta con mirar al vecino, al chico que vende pañuelos en el semáforo, a esa compañera tan callada. A ver si va a tener que venir una ONG de Canadá a ayudarlos a ellos.

Mi deseo para el 2011 es que no se acabe el tiempo de dar, mi Navidad, que no intentemos siempre arreglarlo todo con dinero, que a veces basta una llamada, ayudar a tu vecina a subir las bolsas de la compra, escuchar a un desconocido en el parque, decirle a tu hermano cómo ha mejorado tu vida, o adoptar un cachorro sin pedigrí.

¡Feliz 2011!



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