jueves, 17 de julio de 2008

Astronomía


A menudo veo documentales sobre astronomía, es algo que me encanta, me hace gracia con qué naturalidad me hablan de millones de kilómetros de distancia, de millones de años de existencia… Hace que mis cuatro problemillas cotidianos parezcan lágrimas en un océano, tiene un efecto sedante para mi, de repente me parece absurdo preocuparme por cosas que no van a tener ninguna repercusión en el vasto universo. Y disfruto con las preciosas imágenes que han recogido los telescopios: imágenes de cataclismos, explosiones, muertes y nacimientos de estrellas, todo ello siguiendo un orden, incomprensible para nosotros, pero perfectamente orquestado y armonioso.

Ayer precisamente estuve viendo uno, en el que se llamaba “viajeros del tiempo” a los astrónomos. Esa expresión y sus implicaciones fueron como una revelación para mi ¡es verdad! Resulta que lo que vemos de las estrellas es su luz, si están muy lejos esa luz tardará años en llegar a nosotros, así que realmente estamos viendo esa estrella tal y como era hace esa cantidad de años. Es algo maravilloso, no me lo podía creer, yo misma viajo en el tiempo cada vez que miro al cielo, sin moverme de mi habitación. Te dan ganas de no dejar de mirar hacia arriba, por si acaso lo que estás viendo es el último brillo de una estrella ya desaparecida.

Me encantan esos documentales, me muestran el mundo, tan aparentemente cercano, como un cuerpo celeste desconocido para mi: atormentado por las radiaciones solares y los meteoritos, nacido de una explosión inconmensurable, convertido en lo que es por una colisión dramática con otro planeta, y mágico por la cantidad de circunstancias que han tenido que unirse para dar lugar al milagro de la vida.

En realidad, los documentales me gustan en general sobre cualquier tema, y me apasionan en particular los de animales, pero los de astronomía tienen algunas ventajas. Cuando veo los de animales, es cierto que son algo más cercanos y que a veces los puedo disfrutar en directo, pero siempre, invariablemente, hay algún comentario desagradable sobre cómo el impacto de la civilización está destruyendo su hábitat, o cualquier otra prueba de lo nocivos que somos a veces para la naturaleza: Más tarde o más temprano acabaremos con los tigres, el atún y las tortugas, nos cargaremos el Amazonas, la Antártida, las Secuoyas… Pero con las cosas del espacio es diferente, porque por mucho que queramos no podremos detener el sol, descolocar la nebulosa de Orión, o romper el orden de la galaxia.

Y eso me da tranquilidad y hasta seguridad.

No hay comentarios: