jueves, 25 de noviembre de 2004

¡Pues vaya con la caída de la hoja!

Según me he enterado muy recientemente, el otoño es el causante de algunas molestias muy "molestosas". Ayer leí en el Muy Interesante que durante el otoño nos apetece más comer, y menos tener relaciones sexuales. Mala combinación, la verdad. Hoy el médico me ha confesado que durante el otoño aumentan los casos de dolor estomacal, las úlceras, hay mayor tristeza y más apatía, y aún no saben exactamente por qué, lo que sí saben es que ocurre, y ya está. Pues nada, a soportar el tirón lo mejor que se pueda.

Lo que a lo mejor desmoraliza un poco es la duración de esta mala racha. Las dolencias que me ha descrito el médico son "estacionales", según sus propias palabras, pero luego hay otras que no lo son. A saber: en menos de un mes nos vemos histéricos haciendo zapping para evitar los anuncios de perfumes y juguetes, llega la Navidad, y eso significa que vamos a pagar la comida habitual mucho más cara; tenemos cenas de empresa en las que al final terminas pagándote unas copas a precio de "don periñon"; te gastas lo que no está en los escritos en un montón de participaciones de lotería que, en el mejor de los casos, te toca una miseria suficiente para volver a jugar en enero. Para algunos como yo, encima, ni siquiera es una época de alegría, porque siempre vienen los recuerdos de los que no están y los engorrosos y molestos problemas de "en casa de tus padres o de los míos", que siempre acaban de una de estas tres formas: o hay cabreo, o uno tiene que ceder siempre, o cada mochuelo a su olivo, pero el caso es que genera tensiones innecesarias.

Además descubres que Madrid se vuelve impracticable, pero bueno ¿dónde demonios va tanta gente con la que está cayendo? No tienes acera para caminar, horas haciendo cola en los probadores de las tiendas, en las cajas para pagar (¿para pagar? cómo hemos cambiado), en restaurantes, cines... Para encerrarte en casa. Pero no, ni se te ocurra, van a echar otra vez en la tele "los fantasmas atacan al jefe", o si no, resúmenes de las noticias del año, de las actuaciones musicales del año, del cotilleo del año, de las mejores escenas del año de tu serie. Es, en verdad, para emigrar a cualquier país no católico hasta el 8 de enero.

Y no he dicho nada ni de los kilos que se echan encima (que no se van hasta marzo), ni del rollo mental de andar pensando en regalos perfectos para el día perfecto, y que al final tienes que andar descambiando.

En definitiva, entre que engordas, te cabreas, te arruinas, te pones a dieta y pierdes algún gramito de más, casi te ha dado la Semana Santa, que es cuando parece que renazco un poco, y para entonces tienes que hacer filigranas para escapar de la "depre" primaveral.

Para que luego me digan que no se está mejor en verano.

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