jueves, 21 de septiembre de 2023

Zen

 


ZEN

Cuando lo llevé a casa era muy pequeño, tenía cara de monito y se pasó todo el viaje desde casa de Mele y Julio, maullando sin parar. Por entonces no me atreví a pensar que me estaba regañando por separarlo de su familia. Tiempo después, cuando me di cuenta de lo inteligente que era, supe que sí, me estaba regañando, y me sentí fatal.

Hasta que él llegó sólo habíamos tenido a Ia, una gatita tranquila, dulce y silenciosa. Y Zen era un terremoto, lo investigaba todo, se metía por todas partes, demandaba atención constantemente y, sobre todo, no paraba de maullar. Todo lo que pasaba por su cabeza tenía un maullido: Para subirse a un sitio, maullido de "me voy a subir aquí"; para abrir puertas y armarios, maullido de "voy a ver qué hay aquí". Y así un repertorio increiblemente extenso que nos hizo ver que Zen, en realidad, hablaba.

Y era tan inteligente. Tenemos mil pruebas de ello, y aun así nos sorprendía de tanto en tanto.

Zen se nos metió en el corazón de una forma especial, y siempre he dado gracias por la suerte de que viniera a casa. Sé que mi vida ha cambiado gracias a conocerlo.

Pero ya lo dijo Tyrell ¿no? que "la luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo", y su corazoncito dulce y honesto no soportó tanta vida.

Te querré siempre, estás en mi corazón, con Mora.

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