martes, 21 de junio de 2011

De derechas


Qué complicado es hoy en día saber si eres de izquierdas o de derechas, porque claro, cuando yo me lancé hacia uno de los lados aún eran diferentes, coherentes con su condición, consecuentes. Supongo que con el tiempo los partidos se debieron dar cuenta de que todas esas mandangas de coherencia y consecuencia salían poco rentables, decidieron soltar lastre y tiraron por ahí lo que les pesaba: Los principios. Si hacemos un ejercicio de objetividad podremos ver cómo todos ellos han ido arrimándose al sol que mas calienta y tomando políticas de izquierdas o de derechas no según sus ideales, sino según los mandatos del voto, y así hemos llegado a este punto en que lo mismo uno de izquierdas te jode la pensión como uno de derechas mejora tus condiciones laborales.



Pero lo más triste no es eso. Lo verdaderamente lamentable es que mientras los partiduchos que ahora nos representan han ido diluyendo sus principios hasta adaptarlos a “lo que se lleva”, la gente ha ido extremando las diferencias, hasta pasarse de rosca. Somos tan zoquetes e incultos que llamamos fascistas a los de derechas, como si fueran sinónimos, y que los de izquierdas, liberales, avanzados, el futuro del mundo, insultan a alguien por ser de derechas.


Yo siempre me he considerado de izquierdas, pero de la de hace 100 años, nada que ver con la pandilla de zotes metepatas que pueblan los medios. El progresismo de izquierdas tiene un fundamento en su base: El respeto ¿Qué teméis de los de derechas? ¿Qué sean intransigentes, dictatoriales, abusones? Y ahora decidme, ¿Cómo llamaríais a alguien que insulta a una artista por reconocerse de derechas? ¿Cómo vais a llamar a los que quieren tapar todas las bocas que no son de izquierdas? ¿Y los que llaman fascista a cualquiera que no piensa como ellos?


A mí me faltan las palabras, reconozco que la rabia me limita el vocabulario porque estos personajillos están haciéndole un flaco favor a la verdadera izquierda. No son nada, no saben nada, y si no respetan a los demás, para mí no valen nada.


Un ejercicio para los cortos de miras, estudiad la verdadera dimensión de las palabras más hermosas: igualdad, democracia, pluralidad, respeto. Y hasta que no sepáis lo que significan quizá deberíais estar calladitos, que sube el pan.

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