viernes, 7 de abril de 2006

¿Somos tontos?

De un tiempo a esta parte me he venido dando cuenta de hasta donde ha llegado la indiferencia en nuestras vidas. Nuestra existencia está llena de pequeñas mierdecillas cotidianas: la última huelga de Metro o Renfe, que si te suben o no el IPC, que si el del 3º de tu portal es un becerro, no llegas a final de mes y hace años que no te das un homenaje...

El caso es que vamos por el mundo como las maletas, de un lado para otro pero sin fijarnos en nada. Ya no nos importa la política, ni los famosetes, ni las noticias. En general estamos sumidos en nuestras propias pequeñeces, y como siempre hay una guerra, siempre hay un escándalo financiero, siempre hay una muerte espantosa, parece que nos acorchamos y nos volvemos insensibles a los mayores horrores.

¿Y qué ocurre? pues que yo no he inventado el hilo negro, que esto mismo lo han visto los listillos de las grandes empresas de marketing y los asesores políticos, y ahora, para ganar nuestra atención van a por todas.

Empezaron los de Media Markt, que nos llamaban tontos si no comprábamos en su tienda. Al principio parece que hizo gracia, pero con el tiempo, a mí por lo menos, ha empezado a tocarme los huevos, sobre todo cuando descubrí que en los cartuchos Epson me clavaban 12 euros más que en una tienduca de al lado.

Lo siguiente que vi fue en un anuncio de Viajar.com, resulta que si no concertamos un viaje con ellos, nos afecta lo que ellos llaman "tonting". Y ahora, para rematar la jugada, Berlusconi llama gilipollas a los que no le voten.

Esto es intolerable, desgraciados chupasangre, teníais que besar por donde ponemos los pies. Todas estas empresas se han hecho de oro con nuestros sueldo miserables, ponen ante nuestros ojos precios baratísimos de objetos que no necesitamos, y luego nos llaman tontos si no los compramos.

De los políticos, qué puedo decir, esos sí que son los reyes de este circo. Lo que te venden es mucho más dañino: vamos a hacer que seas feliz, que tu trabajo te guste, que tus hijos no estén rodeados de camellos en el colegio, que tengas un servicio médico decente. Y luego ves que es mentira, y uno tras otro es mentira, y cada día vives peor, y te dan cita en el médico de año en año, y tiemblas cuando tus hijos salen una noche. ¿Y me llamas gilipollas si no te voto? No señor, lo que debería hacer no es sólo no votarte, sino echarte a patadas de esa vida regalada que yo mismo te he proporcionado. ¡Qué cara más dura! han llegado a tal grado de desfachatez que incluso se han creido su propia máscara y ahora me la quieren vender por real.

A todos los grandes ejecutivos de marketing, a los asesores políticos de estos mafiosos de corbata y aspecto respetable, os digo una frase de mi Mala Rodríguez:

"Que os de por el culo
de parte mía
y de la Mala María"

1 comentario:

Khalita dijo...

Una verdad como un templo...

Yo creo que una de las razones por las que nos olvidamos de esas cosas o "pasamos" de ellas es porque nos acostumbramos demasiado pronto. Nos bombardean tanto que perdemos la sensibilidad... Pasamos a preocuparnos de chorradas como si el árbitro le pitó un penalti al Bacça o si Bisbal a roto con la novia... Es patético, pero de lo otro hasta que no te toca directamente no te paras a fijarte porque todos los días sale un niño llorando en el telediario. Aunque, ahora que lo pienso, ya no salen tanto... ¿Será que eso ya no vende? ¿Será que la solidaridad ya no gana votos?

En cuanto a las empresas y su machacón de "compra, compra" ¿qué puedo decir que no hayas dicho ya?

Yo no puedo evitarlo, la política y el consumismo me dan de lado...